sábado, 17 de noviembre de 2007

Adaptación

La llegada a Irlanda ha sido una locura, lo cierto es que en comparación con otros muchos lo he tenido relativamente fácil, ya que al tener un hermano aquí me he ahorrado mucho tiempo en cosas que si te explican en español, son mucho más sencillas. Además conseguí el trabajo a la velocidad del rallo, puesto que ahora todas las tiendas están contratando gente para Navidades y por qué no reconocerlo, mi hermano puso una vez más de su parte.

Desde que salí de Sevilla, esto ha sido como un carrusel de sensaciones, la primera de lástima y dolor, porque sentía que a parte de haber dejado un trozo de mi corazón en Canarias, me dejaba otro en la capital andaluza, ya que en el tiempo que pasé cerca del Guadalquivir conocí un poco más a alguien a quien no quiero dejar de conocer nunca. Volviendo al tema, justo antes de subir al avión me paré a reflexionar dándome cuenta de que sin saberlo hacía 8 días que me había emancipado, que ya dependía de mi mismo, y que me iba a buscar el guiso por mi cuenta. Una vez en Irlanda, lo mejor fue el reencuentro con mi hermano, que además de hermano lo considero un amigo de verdad y buen puntal de chuletada, salida nocturna o lo que tercie. Como ya conté a los dos días ya estaba trabajando en Arnotts, un centro comercial de Henry Street, en pleno City Center.

El cambio ha sido brusco, los primeros días es como abrir regalos, todo es nuevo y sorprendente, cosas tan tontas como supermercados 24h, o coger el tren para ir a trabajar me parecían increíbles. Una de las mejores experiencias a mi parecer es el hecho de hacerte tus propias compras, de planificar comidas y de sentirme totalmente responsable de mi mismo. Pero hay muchas cosas amargas también, como acostumbrarte a un clima rudo, a una comida diferente, y lo peor, a la falta de apoyos. No obstante creo que todas esas cosas tienen sus contrapuntos en conocer gentes de todos lados, hoy por ejemplo conocí a un nepalí, y la semana pasada a un par de bangladeshinos (Gracias Patri); además de venezolanos, polacos, irlandeses, eslovacos, mexicanos, argentinos, italianos, franceses, vascos e incluso a algún español XD.

Antes de venir aquí estudié inglés, pro al llegar me di cuenta de lo poco que sabía, porque no entendía nada ni a nadie, ahora con el tiempo voy entendiendo más cosas, e incluso puedo conversar con gente que no sea irlandesa, porque estos últimos hablan demasiado rápido. Cuanto más inglés aprendo más me doy cuenta de lo poco que sé y de todo lo que me queda por aprender, pero es simpático cuando vas teniendo reacciones automáticas, por ejemplo: cuando no entiendes dices “what?”, en vez de “¿Cómo?”; o “thanks” en vez de “gracias”, bueno y algo que se te pega muy rápido es el socorrido “fuck”.

Resumiendo: En Irlanda me he encontrado con una burocracia absurdamente estúpida, con la soledad del que no puede comunicarse, con la sensación de ser un extranjero, con la añoranza de los amigos, la familia, el clima y la comida rica en frutas y verduras frescas y por supuesto con el problema que supone vivir en una de las ciudades más caras de Europa. Pero por otra parte soy independiente, sé que mi hogar sigue en unas islitas a 2 ó 3 horas de avión, que mis amigos siguen ahí, que cierta flor me quiere a pesar de las distancias, que tengo el mejor hermano del universo, que el mundo es un lugar esperando ser explorado y también he aprendido que conocer a gentes de otras culturas te ayuda a crecer individualmente, que soy capaz de sobrevivir, que puedo ser feliz a pesar de cualquier circunstancia, y que lo importante no es lo que hagas en la vida, sino como te sientas al hacerlo. Por ello no me cambiaría por nadie del mundo en este momento.